El Encuentro de Modelismo Naval reunió ayer a una treintena de expertos en la construcción de navíos a escala, que pusieron sus barcos a navegar en el estanque del parque de Navia durante todo el día. La cita permitió a los aficionados a estas miniaturas y curiosos contemplar grandes veleros, submarinos "tuneados", distintos tipos de gamelas y barcos mercantes históricos.
Desde barcos mercantes hasta grandes veleros, lanchas rápidas, submarinos, balleneros en los que unos trabajadores diminutos ponen a punto la maquinaria antes de levar anclas, un galeón español de 1540, un barco de Aduanas e incluso un buque capitaneado por el mismísimo Simpson Ned Flanders. Todos elaborados con celo en el más mínimo detalle y preparados para surcar olas que, eso sí, no superen los 10 centímetros de altura. El estanque del parque nuevo de Navia acogió ayer el tradicional encuentro de Modelismo Naval que Amonaga, la entidad que asocia a los apasionados de este tipo de maquetas, celebra desde hace cinco años en la ciudad. Hasta ahora, la reunión tenía lugar en el Monte dos Pozos, adonde se desplazaban modeladores desde otras ciudades de Galicia y el Norte de Portugal. "Iba menos gente, porque estaba más a desmano. Hoy tuvimos una gran afluencia de público", explicó uno de los miembros de la organización.
Decenas de personas se acercaron a Navia durante todo el día para presenciar las demostraciones de navegación motora de las maquetas sobre el agua y visitar la exposición de modelismo estático, que acogió barcos de muy diversa escala fabricados a mano por la treintena de modelistas que se dieron cita alrededor del estanque. Los que más disfrutaron del espectáculo fueron, probablemente, los más pequeños, que gritaban a los navíos "¡no te vayas!" cuando circulaban por delante. Un favorito indiscutible del público infantil fue una lancha roja de reducidas dimensiones, porque navegaba "muy rápido, aunque choca todo el tiempo", coincidieron Aaron, Lucas y Yaiza. También fue muy aplaudido el modelo elaborado por el coruñés José Rodríguez, una gamela que remaba un muñeco bautizado como "Arturito". "Lo saqué de los planos de una yola inglesa de las que van por el Támesis", relató Rodríguez, que dedica a este pasatiempo "entre diez y 11 horas diarias" y posee un colección de 80 embarcaciones.
Largas horas de trabajo
Los padres, en cambio, se decantaban por los barcos tradicionales de gran envergadura, como la reproducción del "Reina de África" que navegaba a vapor durante la I Guerra Mundial. Su artesano, el pontevedrés Enrique Freire, asegura que escogió el modelo "por la maquinaria, que no se puede comprar en las tiendas". Freire se declara apasionado de la construcción de barcos a escala desde que, trabajando como marino mercante, optó por dedicar sus ratos libres a bordo al hobbie del modelismo.
Entre los 31 modelistas que participaron en el encuentro, exponía dos barcos un niño de siete años, César, que colabora con su padre , patrón de pesca, "cortando madera". "Si tienes que venderlo no hay dinero lo que pague. Detrás de cada maqueta hay horas y horas de trabajo", manifestó este.
Fuente: Faro de Vigo